miércoles, 18 de agosto de 2010

Carta breve para cuando ya no quiera saber maldita cosa de mi

Cierto pudimos haber hecho algo más como mirar al mundo cruzados de brazos desde lo alto de un puente tomándonos un café, riéndonos de este fluir de gente que viene y va pero el verbo pudimos apesta y más en este momento que siento más cerca su olvido para este jugador, mal jugador de palabras que soy; talvez cada quien construyó por su lado las cosas, yo estuve emocionado mientras tanto y eso me motivó a tomarme más tazas de café mientras el color de sus ojos cambiaba a mi gusto y escribir sobre hojas palpables y electrónicas y quedarme hasta tantas horas de la noche tirado en la cama con el ventilador y su sonrisa fresca en mi mente, pero usted construía quiensabequé con las mismas palabras, y seguimos buscando eso que estamos seguros que nos unía y que yo sentía a través de la circulación sanguínea y el temblor de dedos, lo buscamos, quizá siempre estuvimos perdidos, pero es seguro que siempre iba faltar algo más y en el camino a mi me correspondía decir las palabras que tanto guardaba y que eran requisito para seguir con la búsqueda, era la otra vuelta, el salto sobre una vereda demasiado estrecha donde estaba seguro de caer y de ahí este texto, porque en este mundo no hay cabida para ambos y creo que no conocernos hubiese sido mejor que tratar de desconocernos desde ahora, talvez siempre sea esto así; admito que hay aquí cierta melancolía o como se llama eso cuando uno siente que el mundo se cae todito y que al mismo tiempo el cuerpo se derrumba y nos deja en la completa miseria. Pero no hay más, no había.

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