martes, 14 de julio de 2009

Hablando con las piedras

En el monte, escribí sobre una piedra la palabra Olvido
la escribí con agua de mar
y la piedra se fue, dando vueltas, desorientada;
me acerqué a otra piedra y escribí en ella Muerte
la escribí con agua de mar
y se movió la piedra dando vueltas, desorientada;
con otra piedra pasó lo mismo después de escribir Vida
y otra más con la palabra Amor, también con agua de mar;
entonces me acerqué a otra piedra muy débil, frágil
y sobre ella escribí la palabra Nada
y vino un aire fuerte y aquella piedra débil no se movió,
la palabra Nada la escribí con tierra
y otra vez, en otra, escribí con tierra Silencio,
y vino el viento y la lluvia y aquella piedra no se movió;
busqué luego otra piedra y con tierra escribí sobre ella la palabra Olvido,
permanecí largo tiempo y la piedra seguía en su lugar,
lo hice también con la palabra Muerte, en otra piedra,
y por más que esperé algún movimiento, nada pasó.
Después de un tiempo fui al mar por más agua
y en los bolsillos llevaba todavía un poco de tierra
y escribí con ella cualquier palabra sobre las piedras del mar,
y quedé admirado cómo aquellas piedras corrían desorientadas;
luego cargué con piedras del monte y las llevé al mar
y vi al instante que el mar corrió delante de mi, desorientado;
y pasó lo mismo con el monte cuando llevé piedras del mar.
Ahora me pregunto
Qué palabra en mi, hace que me sienta perdido.